Cómo preparar un mensaje: 10 pasos


Introducción

No hay una sola manera de preparar una predicación – hay muchas maneras – pero, sin querer dar la impresión de que preparar una predicación sea fácil, espero que los diez pasos que vienen a continuación te sirvan de ayuda, y te animo a seguirlos. No he incluido la oración como uno de los diez pasos; ¡la oración tiene que estar muy presente en todos los diez pasos!

  1. Decide sobre qué texto bíblico vas a hablar

    Si el mensaje que vas a predicar es parte de una serie de mensajes, se supone que no será difícil decidir sobre qué texto bíblico vas a hablar. Si va a ser un mensaje ‘suelto’, ¡es posible que sea la parte más difícil de todas! Pero es importante que tengas claro sobre qué texto bíblico vas a hablar.

  2. Lee el texto despacio varias veces

    Este paso es tan evidente que casi no hace falta decirlo, pero es asombroso lo fácil que es que se salte – por la presión del tiempo o porque creemos que ya conocemos el texto bastante bien, o por la razón que sea. De hecho, dar este paso requiere disciplina.

  3. Resume en pocas palabras el tema principal del texto

    Los encabezamientos que se encuentran en la mayoría de las Biblias son útiles aquí. Algunos ejemplos: Génesis 24: ‘Abraham busca esposa para Isaac’; Jueces 16:23-31: ‘Muerte de Sansón’; Lucas 10:25-37: ‘El buen samaritano’; y: 1.ª de Corintios 15: ‘La resurrección de los muertos’. Pero pregúntate por qué, con qué propósito concreto, el autor incluyó ese pasaje en su obra.

  4. Divide el texto en secciones naturales

    Es importante que veamos cómo la historia o el argumento del texto se desarrolla. En la mayoría de las Biblias se usan números de versículos en negrita para señalar cambios de párrafo, etc. Volviendo al ejemplo de Génesis 24, los siguientes números de versículos están en negrita: 10, 15, 22, 29, 32 y 62, dividiendo la historia en siete secciones. También ayuda ver el texto como una pequeña obra de teatro, dividida en actos y escenas que marcan el desarrollo de la historia o del argumento.

  5. Resume en pocas palabras el mensaje para nosotros

    Una cosa es el tema del texto y otra cosa muy distinta es el mensaje del texto. Tenemos que pasar de la explicación a la aplicación, de ‘ellos’ (los de la Biblia) a ‘nosotros’ (hoy). El verdadero objetivo de una predicación es que tanto el predicador como los oyentes sean cambiados por la aplicación de la Biblia a ellos y a sus vidas. ¿Cuál es el mensaje del Señor para nosotros – para mí – de la búsqueda de una esposa para Isaac, de la muerte de Sansón, del buen samaritano o de la resurrección de los muertos, etc.?

  6. Apunta una lista de posibles aplicaciones concretas

    Buena parte de la poca aplicación que suele haber es demasiado general y repetitiva: ‘Así que, hermanos, seamos un poco más santos, intentemos pecar un poco menos, amémonos un poco más, tengamos un poco más fe y echemos un poco más dinero en la ofrenda.’ Ofrezco tres consejos: (1) Piensa en la gran variedad de personas que esperas ayudar con tu predicación; (2) No te quedes en lo general; dedica tiempo a pensar en aplicaciones concretas; y: (3) Diles (a los oyentes) lo que tienen que hacer y cómo hacerlo.

  7. Piensa en una buena estructura para el mensaje

    Este es uno de los aspectos más difíciles de preparar una predicación. Sabes de qué va el texto; sabes lo que quieres decir; pero no encuentras la forma de estructurar la predicación. No es que el tener una introducción, tres puntos y una conclusión sea imprescindible, pero el tener una estructura natural y clara ayuda tanto al predicador como a los oyentes. Tanto él como ellos necesitan tener claro: (1) A dónde vamos; (2) Por dónde vamos; y: (3) Dónde estamos ahora. Otra vez, tres consejos: (1) Lo ideal es que la estructura de la predicación refleje la estructura del texto que se esté predicando; (2) La estructura debería tener en cuenta no solo la explicación del texto, sino también la aplicación a los oyentes; y: (3) Las mejores estructuras son naturales, claras y fáciles de recordar.

  8. Piensa en algunas ilustraciones útiles

    La Biblia misma usa muchísimas ilustraciones y el Señor Jesucristo fue el maestro por excelencia de las ilustraciones – haríamos bien en aprender de él. Hay por lo menos cuatro fuentes de ilustraciones: (1) La Biblia; (2) La historia; (3) La vida cotidiana; y: (4) Nuestra propia experiencia. Si buscas una ilustración, pasa por la lista (o por la tuya). No uses ilustraciones por usarlas; no dejes que ocupen demasiado tiempo o que dominen la predicación. ¡No queremos que la gente se quede con la ilustración y no con el mensaje! Las ilustraciones son especialmente útiles cuando estamos intentando explicar algún punto o concepto difícil o abstracto.

  9. Escribe la conclusión del mensaje

    La conclusión es el resumen final del mensaje. En general, la conclusión debería ser 100% aplicación. No debe ser demasiado larga. ¿Qué quieres que entiendan? ¿Qué quieres que sientan? ¿Qué quieres que hagan? Sin caer en hacer teatro, habla con pasión, con la pasión natural que resulta del impacto del texto bíblico sobre ti mismo. Y es bueno escribir la conclusión, si no entera, por lo menos de forma más completa que el cuerpo de la predicación, para asegurarte de terminar como quieres terminar.

  10. Escribe la introducción del mensaje

    Aunque esto es algo personal, a mí me resulta más natural preparar la introducción después de haber preparado la conclusión. Solo puedo saber dónde empezar cuando tengo claro a dónde quiero llegar. Y, al igual que con la conclusión, es una buena idea escribir la introducción de forma bastante detallada; con las primeras palabras de una predicación hay que buscar captar el interés de los oyentes en lo que se va a decir después, y no querrás dejar eso a la improvisación del momento.

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