Argumento
El apóstol Pablo desarrolla para los gálatas el tema de la herencia. Afirma que la herencia referida fluye de una promesa que Dios hizo de manera unilateral a Cristo (Gá. 3.16) cuando pronunció a Abram las palabras «a tu descendencia daré esta tierra» (Gn. 12.7, 13.15). Abram pasaría de ser nómada en la tierra de Canaán a ser el dueño legítimo de toda la región. También lo sería su Descendiente, el Redentor prometido desde el huerto de Edén (Gn. 3.15).
La experiencia posterior del patriarca demuestra que la promesa del Señor no se limitaba a la comarca de Canaán, sino abarcaba al mundo entero (Gn. 22.17, Ro. 4.13). El plan de la redención acabaría restaurando al ser humano a la posición de virrey con Dios de toda la creación, al destino para el cual Adán y Eva originalmente fueron creados (Gn. 1.27-28, Sal. 8.5-8).
La esperanza de heredar el mundo aparece repetidamente en las enseñanzas de Jesucristo y los apóstoles. Jesús destaca que sus seguidores gobernarán con él sobre la tierra, y esa perspectiva hace que cualquier sacrificio merezca la pena (Mt. 19.28-29). Pablo indica a los gentiles de Corinto que ellos participarán en el mismo futuro glorioso por su fe en Cristo: «todo es vuestro» (1 Co. 3.22) y «¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo?» (1 Co. 6.2). A Timoteo, el apóstol afirma que hemos de reinar con Cristo (2 Ti. 2.12). Se trata de una experiencia futura, cuando se manifieste la plenitud del reino de Dios en la tierra. El panorama que se abre delante del creyente sirve de inspiración, para que por amor a Cristo soporte aflicciones, asuma sacrificios, ejerza con sabiduría en la iglesia local, administre bien el dinero, y rehuya del sometimiento ciego a autoridades humanas.
Pablo quiere que los creyentes en Galacia comprendan que por la sola fe en Cristo, ellos pertenecen al linaje de Abraham y por tanto son herederos con él (Gá. 3.29, 4.7). No hace falta guardar leyes alimentarias ni practicar la circuncisión. Por haber creído en Cristo ¡van a reinar en todo el planeta! Siguiendo la imaginería de Las crónicas de Narnia de C.S. Lewis, Pablo les exhorta a que ya no se consideren niños Pevensie (como Peter, Susan, Lucy y Edmund) sino reyes y reinas de Narnia.
Pablo aclara que el don del Espíritu es el botón de muestra de la herencia futura. El Espíritu Santo permite el estilo de vida renovado que es la condición sine qua non para que los redimidos ocupen su espacio futuro legítimamente: «los que practican tales cosas [las obras de la carne] no heredarán el reino de Dios» (Gá. 5.21). El Espíritu en el corazón del creyente es la garantía del cumplimiento futuro (como las monedas de las arras en una boda apuntan a todos los bienes compartidos, Ef. 1.14), pero es sólo un primer paso. Es la herencia interno que el creyente posee en esta vida como anticipo de bendiciones futuras (Ef. 1.18, He. 10.34). La herencia externa se refiere a la posesión con Cristo del mundo entero, algún día cuando baje la nueva Jerusalén del cielo y se funda con la tierra renovada y liberada por fin de la maldición (1 P. 1.4, He. 10.34).
Nota exegética
Cuando el apóstol expone el contraste entre Agar y Sarah, y entre Ismael e Isaac, dice que se trata de una alegoría (Gá. 4.24). Esto no significa que Pablo se tome la libertad de interpretar alegóricamente el texto de Génesis, con el fin de sacar una lección moral para los lectores de su epístola. Mas bien indica que reconoce el significado latente del relato de Génesis, algo que siempre estaba allí, desde el principio.
Dios permitió el fallo con Agar porque esto ilustraría el contraste con la fe que Abraham y Sara luego ejercieron para que naciera Isaac. La disyuntiva entre fe y obras estaba allí siempre. El suceso da forma a la lección espiritual, tanto para los protagonistas de la historia original como para los creyentes del s. XXI. Los acontecimientos reales constituyen una metáfora sostenida de las alternativas que se plantean a los creyentes en todos los tiempos.
Pertinencia
Este pasaje recuerda al creyente que la apropiación de la gloriosa herencia futura es por la sola fe. Uno se hace beneficiario de la herencia por la fe en Cristo (Gá. 3.7), y se aumenta el valor de la herencia también por la fe en las promesas de Cristo repartidas a lo largo de la Palabra de Dios (Hch. 20.32). Hay que repasar y creer la promesa de Dios, como hicieron Abraham y Sara cuando creyeron que nacería Isaac.
Al mismo tiempo urge rechazar los apaños humanos. No hay que cometer el error de Abraham y Sara cuando el patriarca se unió con Agar para conseguir el hijo deseado. Aquello fue una manipulación humana, una negación en la práctica de todo aquello que Dios había prometido. De la misma manera, los gálatas debían rechazar la circuncision, las leyes alimentarias y el día de reposo.
El creyente moderno también necesita plantarse y rechazar todo tipo de apaños carnales: «Si asisto a la reunión de oración, Dios tiene que solucionar mi problema», «Si leo la Biblia todos los días, Dios me dará el trabajo que necesito», «Si ayuno un día a la semana, Dios sacará a mi hijo de la droga», «Si consigo hablar en lenguas, estaré feliz». Son maniobras que tienen cierta aparencia de piedad, pero la realidad es que se trata de obras humanas para ganar la herencia gloriosa. La herencia plena, sin embargo, se ofrece y se recibe sólo por la fe.
Fase uno: exégesis
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¿Hay palabras clave, repeticiones, personas, detalles que te llaman la atención?
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¿Cuál es la estructura del pasaje? ¿Cuál es el flujo de pensamiento o argumento? Haz un bosquejo del pasaje, dividiéndolo en secciones, resumiendo lo que dice.
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¿Cuál es el punto principal o idea central que el autor estaba tratando de comunicar a sus primeros lectores en este pasaje? ¿Qué es lo palpitante de este pasaje, el centro neurálgico? Intenta resumirlo en una sola oración en tiempo pasado: El autor quería transmitir a sus primeros lectores que …
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¿Cuál es el principio teológico fundamental que subyace este pasaje? En base al resumen que has hecho de lo que Pablo quiso transmitir a los gálatas, intenta definir este principio de aplicación universal en una sola oración, usando verbos en tiempo presente.
Fase dos: exposición
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¿Cuál será la idea central de vuestro mensaje? ¿Cómo vais a comunicar el énfasis central de este texto a estas personas? Elaborar juntos una sencilla frase o un título (no necesariamente una oración completa) que resuma el énfasis principal de vuestro mensaje. La idea es que sea clara y memorable para la audiencia pero ¡debe reflejar vuestro acuerdo sobre la idea central del texto.
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Como resultado de escuchar vuestro mensaje, ¿qué queréis que vuestros oyentes entiendan, sientan y hagan? Verificad que el efecto que queréis que tenga vuestro mensaje refleje el efecto que el autor del texto bíblico buscaba lograr en sus oyentes.
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Debatid en el grupo posibles bosquejos para vuestro mensaje. Sed todo lo creativos e imaginativos que podáis, buscando una estructura sencilla que refleje fielmente lo que el texto dice. Buscad encabezados que sean cortos, sencillos y fáciles de recordar.