Estamos ante un pasaje cumbre en al menos cuatro sentidos. En primer lugar en un sentido literal el escenario en el que se desenvuelven los hechos narrados en Génesis 22 es precisamente la cumbre de un monte. En segundo lugar no hay duda de que este episodio representa la cima de un largo ascenso en la vida de Abraham, un ascenso que como hemos visto en otros pasajes que hemos estudiado en los círculos de predicadores no ha sido exento también de retrocesos y desvíos. No obstante en este capítulo tenemos la innegable impresión de que llegamos al punto álgido en la vida de este personaje bíblico. Después en la panorámica del desarrollo de la teología bíblica este pasaje también destaca. Es una de las cumbres en la sierra de la gran historia de la Biblia y aunque hay otras que todavía la superarán, en muchas ocasiones se mirará atrás recordando este ascenso. Pero hay una cuarta manera en la que puede sernos de ayuda pensar en este pasaje como una cumbre.
Ya que estamos ante una narrativa bíblica debemos prepararnos para predicarla como narrativa. Hay otros pasajes que tienen una trama y un desarrollo complejo pero en este caso es bastante sencillo descubrir la estructura de la historia. Si nos preguntamos ¿dónde y cuándo se produce la resolución de la tensión narrativa? creo que no nos es difícil ver que toda la tensión que se va generando en el largo ascenso va a ser resuelta en un momento dramático …¡en la cumbre! Después quedarán una serie de consecuencias posteriores que fluyen de este desenlace y que nos deparan una suerte de bajada de tensión. Al ver esto ya hemos dado dos pasos importantes hacia el predicar este pasaje – descubrir su estructura interna y más importante aún empezar a descubrir ¿cuál es el propósito que tenía el primer autor? ¿por qué nos cuenta esta historia?
Esta pregunta de la intencionalidad del autor muchas veces es complicada de contestar cuando estamos tratando el género de las narrativas. Muchas veces no nos lo dice tal cual, pero nos da pistas. Además de la estructura de la narración, otra pista que nos da el autor es la repetición. No tiene emoticonos ni subrayados pero sí tiene esta sencilla herramienta para poder de forma sutil enfocarnos a lo que quiere transmitir. Escuchamos tres veces en boca de Abraham la respuesta “heme aquí” (v1, v7, v11). No parece casualidad. De nuevo tres veces leemos una afirmación de que Dios “proveerá” (v8, v14 dos veces – ¡en la cumbre!). ¿Qué lecciones nos está queriendo transmitir el primer autor?
Cómo siempre debemos prestar atención al contexto histórico. Leemos que esto sucedió en la “tierra de Moriah”. Una breve investigación nos llevará a descubrir que este lugar tendrá una resonancia en la historia bíblica que casi nos pone la piel de gallina. Mil años más tarde en ese mismo lugar el “ángel de Jehová” se volvería a manifestar, esta vez al rey David cuando este había ordenado censar al pueblo en contra de la voluntad de Dios. Pero se aparece como manifestación de la gracia de Dios, cesando la mortandad entre el pueblo. David compra la era de Ornán y sus bueyes porque dice “no ofreceré holocausto a Jehová que nada me cueste” (1 Cron 21:24) y más tarde es ese mismo lugar en el monte Moriah que David que escoge para edificar el templo (2 Cron 3:1). ¿Cómo ilumina esta historia posterior lo que sucedió en la primera manifestación de Dios en el monte Moriah en Génesis 22?
Siendo una narrativa del Antiguo Testamento debemos tener en cuenta referencias claras en el Nuevo Testamento a este pasaje. Hebreos 11:15-17 nos da una explicación de la actitud de Abraham autorizada por la inspiración del Espíritu Santo. Santiago 2:20-23 ofrece otra explicación de lo que estaba ocurriendo “detrás de las escenas”. Parece muy arraigada en Génesis 22:1 que nos dice que en todo este episodio la fe de Abraham estaba siendo “probada” por Dios (nos puede servir también lo que Pedro dice sobre la prueba de la fe en 1 Ped 1:7).
Una última sugerencia. Aunque Génesis 22 tiene tanto calado teológico también ¡es una historia emocionante! A veces recibimos luz de fuentes inesperadas. No podría refrendar todo lo escrito por el brillante erudito Alemán Gerhard von Rad pero sobre este pasaje hace una observación muy interesante. A medida que nos vamos acercando a la cima se cuentan cada vez más detalles y el efecto es que el paso se ralentiza. Realmente el autor nos hace sentir lo que le cuesta a Abraham llegar a ese lugar por lo que allí le espera. También debemos nosotros intentar contar la historia de tal manera que nuestra audiencia sienta las mismas emociones que sintieron los antiguos israelitas cuando escuchaban este relato tan conocido.
En la cumbre de una montaña se respira aire muy puro y desde allí se abren vistas preciosas. ¡Ojalá sea esta nuestra experiencia al estudiar y predicar este pasaje de la palabra de Dios!