Es una lectura provechosa para todo predicador por algunas de las siguientes razones:
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La humildad del autor: Murray Capill, aunque rector de una escuela bíblica en Australia, trata el asunto con humildad. Pone, “No escribo como predicador de renombre, sino como pecador corriente a quien se ha mostrado gran misericordia.” Reconoce que la aplicación de la enseñanza bíblica es la obra del Espíritu Santo, aunque Él usa instrumentos humanos.
Explica que la primera aplicación del predicador es a su propia vida y ministerio. “Los predicadores deben vivir la aplicación para poder hacerla vivir en la vida de los demás.”
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Un buen fundamento bíblico es muy evidente en todo el libro. Capill muestra que la aplicación es una parte esencial de la predicación. Da ejemplos del Antiguo Testamento (por ejemplo, Moisés y Sofonías) el Señor Jesucristo mismo, y de la predicación de los apóstoles (Pedro, Esteban, Pablo).
Explica que la palabra “corazón” se usa más de mil veces en la Biblia y tanto en el hebreo como en el griego se refiere a la personalidad entera –a la mente, a las emociones y a la voluntad. Por lo tanto la aplicación también tiene que ser dirigida a toda la personalidad. “La aplicación viva siempre apuntará a la totalidad del corazón”.
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Hace una comparación interesante entre un conferenciante y un predicador “Impartir una conferencia es transmitir información; la predicación trata de transformación”.
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Enfatiza la importancia de una exégesis cuidadosa del pasaje bíblico en su contexto histórico y social (“el allí y entonces”) y explica que el trabajo del predicador es vincular “el allí y entonces” con “el aquí y ahora” para aplicarlo a la vida de los oyentes actuales.
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El autor insiste en que la aplicación ha de ser clara y precisa. Por esa razón el predicador debe llegar a conocer la diversidad de la situación de los miembros de su congregación; no solo la diversidad social y cultural, sino especialmente sus necesidades espirituales – ¿saben lo que han de hacer pero no lo hacen? ¿No saben lo que han de hacer?
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El autor no solo convence de la gran importancia de la aplicación, sino que constantemente da ayuda práctica para llevarla a cabo.
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Al final de cada capítulo hay preguntas estimulantes para una evaluación personal o para usar en grupos de predicadores o predicadores aprendices.