Salmo 8


La vocación del ser humano

El Salmo 8 se remonta a la creación del hombre como varón y hembra. Parte del trasfondo de Génesis 1.26-28. Es la primera vez en la serie de hechos creacionales que el Señor consulta consigo mismo –«Hagamos al hombre a nuestra imagen»– señalando algo especial en el ser humano como corona de toda la creación. Retoma la idea de que el hombre y la mujer fueron formados para señorear sobre el mundo, algo que implica la adquisición de conocimientos (ciencia), la aplicación de ellos a la vida diaria (tecnología), la ordenación del mundo material (armonía, belleza, arte) y el aprovechamiento de recursos en pro de todos los descendientes que con el tiempo llegarían. También habría que regular todas las relaciones sociales entre esos descendientes, en un clima de perfecta justicia y paz. El cometido de Adán y Eva era llenar la tierra con adoradores de Dios.

Después de la caída, sin embargo, este señorío toma otro cariz. El mundo –tanto material como animado– se levanta contra el hombre. Admite su gestión a duras penas. Pero eso el autor de Hebreos cita este salmo para resaltar el contraste entre el plan original de Dios y la condición actual de ser humano: «no vemos que todas las cosas le sean sujetas» (He. 2.5-10). Lo que sí vemos es al Señor Jesucristo, también hecho un poco menor que los ángeles, pero ahora coronado de gloria por su sacrificio en la cruz y la resurrección. La idea es que la obra de Cristo servirá para restaurar al ser humano su vocación original de señorear en toda la creación.

De modo que el señorío del ser humano encuentra su máxima expresión en este momento en los que se han unido por la fe a Jesucristo. Para ellos, la gestión del mundo incluye un componente de ministerio espiritual, anunciando el evangelio para que más personas se incorporen al pueblo de Dios y compartan el reinado de Cristo cuando él vuelva en gloria. Un concepto clave en el salmo es la gloria de Dios: «cuán glorioso es tu nombre», «has puesto tu gloria sobre los cielos», «lo coronaste de gloria». Las palabras usadas, tanto en hebreo como en griego, se refieren a la manifestación visible de atributos o perfecciones de otra manera invisibles. Algunos sinónimos podrían ser «majestad», «esplendor», «abundancia». Una de las palabras hebreas, kabod, significa «peso», como si se tratara del peso acumulado de todas las riquezas del personaje en cuestión, y por derivación su «peso» o influencia en la sociedad.

Por un lado, las Escrituras afirman repetidamente que toda la creación anuncia la grandeza, el poder, la sabiduría y la bondad de Dios (Sal. 19.1-6, Is. 6.3, Hch. 14.16-17, Ro. 1.20). El mundo material es un gran lienzo que lleva las huellas dactilares del Señor. Pero por otro lado, hay una mayor gloria que se aprecia en el ser humano, que lleva la imagen y semejanza de Dios. El salmista contrasta la grandeza de la creación con la pequeñez del ser humano, incluso con los más pequeños entre los hombres: los niños y bebés. Si Dios manifiesta sus cualidades invisibles a través del mundo material, esta manifestación resulta más contundente aún en el ser humano.

La paradoja de la debilidad

Jesús cita la frase «de la boca de los niños y los que maman fundaste la fortaleza» para acallar las críticas de los sacerdotes cuando los jóvenes proclaman sus alabanzas en la entrada triunfal a Jerusalén (Mt. 21.15-16). La metonimia alude a la profesión de fe de los más débiles de este mundo. El poder de Dios se ve en la firmeza del testimonio del pobre, del enfermo, del niño que confiesa a Cristo. Un ejemplo reciente sería el caso de la niña secuestrada por Boko Haram que sigue cautiva porque se niega a renunciar a su fe cristiana.

El Nuevo Testamento alude repetidamente a esta paradoja: que el poder de Dios brilla en la persona desaventajada que mantiene su confianza en Dios. El apóstol Pablo dice que tenemos este tesoro en vasos de barro «para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros» (2 Co. 4.7). Afirma el valor de su propio sufrimiento (su aguijón en la carne) porque el poder de Dios se perfecciona en la debilidad (2 Co. 12.9). Recuerda a los corintios que Dios escoge lo necio del mundo para avergonzar a los sabios, y lo débil para avergonzar a los fuertes (1 Co. 1.26-29). Santiago declara que Dios ha elegido a los pobres de este mundo para que sean herederos del reino de Dios (Stg. 2.5).

Esto responde a la exclamación de Jesús cuando alaba a Dios porque reveló el evangelio a los niños y no a los sabios y entendidos (Mt. 11.25). Por eso dice «Dejad a los niños venir a mí…porque de los tales es el reino de Dios» (Lc. 18.16). La viuda que echa su ofrenda en el templo llama la atención a Jesús (Lc. 21.1-4). Ella y la profetisa Ana (Lc. 1.36-38) son ejemplos de cómo brilla la vida de Dios entre los más débiles.

La frase del salmo no sólo destaca el poder del testimonio de los más pequeños. También resalta el hecho de que una fe robusta siempre se manifieste en palabras. Se exterioriza. Se expresa con un testimonio verbal: «Creí, por lo cual hablé» (2 Co. 4.13, citando Sal. 116.10). El testimonio verbal de la persona débil quita la razón al malo que es más fuerte: le deja sin argumentos, avergonzado en su orgullo.

La esperanza del cristiano

Jesús afirma repetidamente que el destino de los suyos es reinar con Cristo en un mundo renovado (Mt. 19.28-28, Lc. 12.32-34). Su intención, siendo el postrer Adán, es restaurar el señorío perdido por el primer Adán. La visión expuesta por David en el Salmo 8 la cumplirá al final el Señor Jesucristo, que recibe el reino juntamente con su pueblo (Dn. 7.14, 27). Por eso Dios jura a Abraham que sus descendientes espirituales tomarán posesión de las puertas de sus enemigos en todo el mundo (Gn. 22.17). Los apóstoles mantienen la misma enseñanza (Hch. 3.21, 1 Co. 6.2-3, 2 Ti. 2.12). Abraham y Moisés demuestran cómo esta certeza respecto al desenlace final influye en las decisiones cotidianas del cristiano (He. 11.9-10, 11.24-26).

Fase uno: exégesis

  1. ¿Hay palabras clave, repeticiones, detalles que llaman la atención? ¿Dónde hay figuras de dicción (sobre todo en este salmo la metonimia)? ¿Cuál es el significado literal detrás del lenguaje figurado?

  2. ¿Qué importancia tiene el contraste entre la boca abierta de los niños y la boca cerrada de los enemigos (8.2)?

  3. ¿Qué sugiere el contraste entre los dedos de Dios, que han creado los cielos (8.3), y el brazo del Señor, que lleva a cabo la salvación (Is. 53.1)?

  4. ¿Qué significa la progresión de «para que tengas de él memoria» a «para que lo visites»? (8.4). ¿Hay alguna diferencia?

  5. ¿En qué sentido es mayor la gloria que Dios ha puesto sobre el ser humano (8.5) que la gloria que brilla en la creación (8.1)?

  6. ¿Cuál es la estructura del pasaje? ¿Cuál es el flujo de pensamiento o argumento? Haz un bosquejo del pasaje, dividiéndolo en secciones, resumiendo lo que dice.

  7. ¿Cuál es el punto principal o idea central que el autor estaba tratando de comunicar a sus primeros lectores en este pasaje? ¿Qué es lo palpitante de este pasaje, el mensaje central? Intenta resumirlo en una sola oración en tiempo pasado: El autor quería transmitir a sus primeros lectores que …

  8. ¿Cuál es el principio teológico fundamental que subyace este pasaje? En base al resumen que has hecho del mensaje del salmista, intenta definir este principio de aplicación universal en una sola oración, usando verbos en tiempo presente.

Fase dos: exposición

  1. ¿Hay¿Cuál será la idea central de vuestro mensaje? ¿Cómo vais a comunicar el énfasis central de este texto a otras personas? Elaborad juntos una sencilla frase o un título que resuma el énfasis principal de vuestro mensaje. La idea es que sea clara y memorable para la audiencia, pero debe reflejar vuestro acuerdo sobre la idea central del texto.

  2. Como resultado de escuchar vuestro mensaje, ¿qué queréis que vuestros oyentes entiendan, sientan y hagan? Confirmad que el efecto que queréis para vuestro mensaje refleje el efecto que el autor del texto bíblico buscaba en sus oyentes.

  3. Debatid posibles bosquejos para vuestro mensaje. Sed todo lo creativos e imaginativos que podáis, buscando una estructura sencilla que refleje fielmente lo que el texto dice. Buscad encabezados que sean cortos, sencillos y fáciles de recordar.

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