Gá. 5.13-24 – La vida en el Espíritu


Argumento

Con el capítulo 5, el apóstol desarrolla la aplicación práctica de todo lo que viene exponiendo sobre la suficiencia de Jesucristo para alcanzar la plenitud de la vida espiritual. Ha planteado lecciones de su propia experiencia (Gá. 1-2), después varias lecciones tomadas de la experiencia de Abraham (Gá. 3-4). Ahora se centra en lo que los gálatas deben hacer en medio de su propia situación.

Pertinencia

La seguridad de ser aceptados por Dios, junto con el poder de su Espíritu en el corazón, nos libera para servir a los demás. Por esto hay que rechazar cualquier tipo de imposición espiritual de parte de personas que tratan de convencernos de soluciones artificiales. Podrían ser medidas religiosas ascetas, disciplinas espirituales, técnicas orientales, soluciones medicadas, supersticiones ordinarias o meras evasiones cotidianas. La fuente podría ser la enseñanza de autoridades eclesiales o el consejo de amigos en conversaciones cotidianas. El problema es que depender de cualquiera solución errónea crea adicciones psicológicas. Fomenta un egoísmo aséptico, donde uno no hace daño al prójimo pero sólo se centra en su propia tranquilidad interior.

En cambio, si nos aferramos a la libertad que tenemos en Jesucristo, viviendo por la sola fe en Cristo cada día, entonces él produce amor en el corazón, un amor que se manifiesta en hechos tangibles. El manda gracia por su Espíritu. Desde el cielo transmite ayuda para las luchas de la vida terrenal, y eso lo cambia todo. El servicio llega a ser la nota dominante del cristiano: un servicio sincero, sensato, alegre, paciente, con el único deseo de bendecir al otro.

Notas exegéticas

La figura de andar se usa muchas veces en la Biblia para describir cómo una persona se desenvuelve en la vida normal. Es cuestión de avanzar de una experiencia a otra, día tras día: creciendo, trabajando, viviendo en familia, participando en la sociedad. Supone tomar decisiones, encajar situaciones y superar problemas en cada etapa de la existencia humana. El cristiano no reside en la capilla de la iglesia sino desarrolla su vida en el hogar, en la escuela, en el trabajo, entre los vecinos del pueblo o la ciudad. Progresa adelante paso a paso, caminando en el transcurso de los años, hasta llegar al final de su existencia.

La aplicación del principio de la fe cristaliza en un andar en, por o según el Espíritu. La palabra es pneúmati, un dativo en la declinación griega. Podría ser un dativo instrumental: «andar por medio del Espíritu». Esto significaría que el Espíritu aporta poder para avanzar en la vida. También podría ser un dativo local: «andar en la esfera del Espíritu», lo cual querría decir que el creyente debe permitir que el Espíritu influya en todo lo que hace, como si el Espíritu fuera una especie de nube envolvente que le rodea en todo momento.

Lo más probable, sin embargo, teniendo en cuenta los antecedentes del Antiguo Testamento (la columna de nube y fuego), la enseñanza de Jesús en el aposento alto (de que enviaría otro Consolador), y los acontecimientos del día de Pentecostés (el sonido de un viento recio, las lenguas de fuego), es que pneúmati sea un dativo de referencia y que la frase signifique «andar según el Espíritu». Es cuestión de tomar como máximo punto de referencia la presencia del Espíritu de Cristo en la vida, mientras uno sortea todas las situaciones reales que se presentan en el día a día.[1] Como los israelitas siempre tenían un ojo puesto en la columna de nube/fuego para ver si se levantaba de su lugar, así el cristiano siempre está pendiente de la presencia de Cristo en su interior.

Luego viene la frase siguiente: «y no satisfagáis los deseos de la carne». El verbo teléo viene en tiempo futuro: «no satisfaréis los deseos de la carne». Podría ser una exhortación: «no te portes mal». Sería como los Diez Mandamientos: «no tendrás dioses ajenos», «no matarás», «no adulterarás». El futuro negativo tiene la fuerza de un imperativo: «ni se te ocurra hacer estas cosas».

Otra posibilidad –más probable– es que se trate de una promesa: «si andas en el Espíritu, Dios te dará la victoria sobre los deseos de la carne». La idea no es tanto de una victoria sobre las tentaciones que surgen del interior, sino una victoria sobre los deseos que corresponden a un planteamiento de vida normal, natural, humano, como la mayoría de las personas en este mundo. Son los deseos que surgen cuando uno vive por inercia, cuando se olvida de alimentar su mente y su corazón con la grandeza del milagro del nuevo nacimiento.

Hay varias maneras de enfocar esta aplicación práctica del principio de la fe. «Andar según el Espíritu y no satisfaréis los desos de la carne» tiene uno de los siguientes significados posibles:

  • Podría ser un retorno al principio legal: «Pórtate bien, no te portes mal», como una simple exhortación a la santidad. «Haz lo que debes, no peques». En este caso, Pablo simplemente estaría diciendo a los gálatas que practiquen la justicia y se abstengan de cometer males.

  • Podría ser una receta para la victoria espiritual: «Si dependes del Espíritu, podrás decir “no” al pecado». Este enfoque se nutre de la idea de que el deseo de la carne y el deseo del Espíritu son dos fuerzas antagónicas que cohabitan en el interior del cristiano. El creyente sabe perfectamente el bien que debe hacer, pero lucha con la tentación de hacer el mal que no quiere hacer. A veces vence y se porta bien, a veces sucumbe a la tentación y se porta mal.

Lo más probable, sin embargo, es que la frase «andar en el Espíritu» tenga matices algo distintos:

  • Es un recordatorio del gran milagro de Pentecostés, la gran realidad del nuevo pacto, la sorprendente invasión de Otro en el interior de la persona. Significa dar cada paso de la vida intensamente consciente de que Jesucristo, «la esperanza de gloria» (Col. 1.27), vive en ti. Significa que si Dios te ha dado el mayor don de todos, es para que te dejes llevar en el sentido que corresponde con el don. Sobre todo, se trata del espíritu personal de Jesucristo (Gá. 4.6). No es una nube o un fuego. No es algo impersonal, sino el maravilloso Dios-hombre que contemplamos en las páginas del evangelio. Él está reproduciendo su propio carácter en el creyente, y desde el cielo ministra gracia para todas las luchas de la vida. Esto motiva al creyente a acudir a Cristo una y otra vez, llevándole sus cargas y buscando su voluntad en la Palabra.

  • Es un recurso para distinguir entre los predicadores autorizados y los falsos maestros. Hay un desafío constante en la historia del pueblo de Dios, que consiste en discernir quién habla por Dios de verdad, y quién no (Is. 32.5, Mal. 3.8, 1 Jn. 3.16-19). Hay que prestar atención al profeta que Dios ha enviado, y rechazar enérgicamente al profeta que se ha autonombrado y cuyo único fin es ganar adeptos para su causa. La clave consiste en mirar la calidad de vida espiritual que tiene el predicador. «Por sus frutos los conoceréis». Por eso Pablo apunta en la lista de las obras de la carne ocho características que tienen que ver con la discordia (Gá. 5.19-21). Quiere dar armas a los creyentes, para que examinen con cuidado la vida de los maestros judaizantes. Si el fruto de su enseñanza es la división, eso es la prueba de que no tienen el Espíritu (Jud. 19). No han sido enviados por Dios. No hay que hacerles caso sino más bien enseñarles la puerta.

Andar según el Espíritu, pues, significa varias cosas a nivel práctico:

Dar gracias constantemente, porque el sacrificio de Jesucristo es suficiente para lograr el perdón de pecados y la justificación. Porque el don del Espíritu es suficiente para vivir el resto de la vida en esta tierra. Porque el Cristo resucitado suministra ayuda desde el cielo. Porque Dios perfeccionará la buena obra que comenzó en una persona. Porque Cristo está formando todas las cualidades suyas que leemos en los evangelios. Porque el Cristo que está sentado a la diestra del Padre puede mover montañas y poner soluciones. Porque Dios hace que todas las experiencias en la vida del creyente le ayuden para bien. El Espíritu nos ayuda en esto, centrando la atención en todo lo que hemos recibido de Dios, que es mucho más que lo que todavía falta (1 Co. 2.12, Ef. 5.18-20).

Depender de Jesucristo de manera consciente. Esto supone mucho más que la práctica de disciplinas espirituales. Supone mucho más que echar mano de los medios de la gracia de una manera rutinaria. Se trata de un acercamiento a Cristo –decidido y consciente– en una actitud de oración. Es echar todas las cargas sobre él, llevarle todas las necesidades de cada día (1 P. 5.7). Es acudir al trono de la gracia (He. 4.16). Es acercarse a la piedra viva (1 P. 2.4). Es asirse de la Cabeza (Col. 2.19). Es permanecer en Cristo, absolutamente convencido de que sin él nada podemos hacer (Jn. 15.5). Es tratar todas las situaciones de la vida desde una intensa fe en Cristo (Gá. 2.20). El Espíritu nos ayuda a orar (Ro. 8.26-27).

Ser dócil frente a la enseñanza del Espíritu en la Palabra. Es cuestión de una inmersión diaria en la Palabra: leyendo pasajes largos, meditando en el mensaje del Señor para hoy, atesorando su palabra en el corazón. La oración de Jesús es «Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad» (Jn. 17.17). Es leer la Biblia para ver a Cristo en ella: «Las Escrituras dan testimonio de mí» (Jn. 5.39). «Mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor» (2 Co. 3.18). Es buscar en la Biblia respuestas para las cuestiones que surgen en todos los ámbitos de la vida real: ¿Qué querrá decirme el Señor sobre esto que necesita una solución? El Espíritu nos ayuda en esto: «Él os guiará a toda la verdad…tomará de lo mío, y os lo hará saber» (Jn. 16.13-14).

Ser decidido en responder con todo aquello a que nos impulsa Cristo. Estamos llamados a poner en práctica la voluntad de Dios en todos los apartados de nuestra existencia. Ser hacedores de la palabra, no meros oidores (Stg. 1.22). Jesús dice «Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis» (Jn. 13.17). Nos corresponde amar al prójimo no de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad (1 Jn. 3.18). Esto incluye dar testimonio de Cristo (Jn. 15.26-27), edificar a otros con palabras (Ef. 5.18-20) y hacer bien a todos en cuestiones prácticas (Gá. 6.10).

La determinación de pasar de buenos sentimientos a hechos tangibles también nos mueve a confesar el pecado cuando nos damos cuenta de haber fallado (1 Jn. 1.9). También implica dar gracias por el perdón concedido según la promesa, porque Jesucristo nos limpia de toda maldad (Jn. 13.10). El Espíritu nos ayuda a poner en práctica la voluntad de Dios: clama «Abba, Padre» dentro de nosotros, para que antepongamos la voluntad de Dios a la nuestra, justo como Jesús en el huerto de Getsemaní (Gá. 4.6, Mr. 14.36).

Encajar la demora con gracia. La bendición muchas veces no llega inmediatemente, aunque llegará sin falta tarde o temprano. Hace falta paciencia: «os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa» (He. 10.36). El cristiano se fija en el galardón futuro, para tener fuerzas en la vida presente (He. 11.26). El creyente se centra en la ciudad celestial, para soportar la precariedad de la experiencia terrenal (He. 11.8-10). El hijo de Dios espera de los cielos al Hijo, que nos libra de la ira venidera (1 Tes. 1.9). El Espíritu ayuda al creyente precisamente en esto: «nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia» (Gá. 5.5).

Fase uno: exégesis

  1. ¿Hay palabras clave, repeticiones, personas, detalles que te llaman la atención?

  2. ¿Cuál es la estructura del pasaje? ¿Cuál es el flujo de pensamiento o argumento? Haz un bosquejo del pasaje, dividiéndolo en secciones, resumiendo lo que dice.

  3. ¿Cuál es el punto principal o idea central que el autor estaba tratando de comunicar a sus primeros lectores en este pasaje? ¿Qué es lo palpitante de este pasaje, el centro neurálgico? Intenta resumirlo en una sola oración en tiempo pasado: El autor quería transmitir a sus primeros lectores que …

  4. ¿Cuál es el principio teológico fundamental que subyace este pasaje? En base al resumen que has hecho de lo que Pablo quiso transmitir a los gálatas, intenta definir este principio de aplicación universal en una sola oración, usando verbos en tiempo presente.

Fase dos: exposición

  1. ¿Cuál será la idea central de vuestro mensaje? ¿Cómo vais a comunicar el énfasis central de este texto a estas personas? Elaborad juntos una sencilla frase o un título (no necesariamente una oración completa) que resuma el énfasis principal de vuestro mensaje. La idea es que sea clara y memorable para la audiencia, pero debe reflejar vuestro acuerdo sobre la idea central del texto.

  2. Como resultado de escuchar vuestro mensaje, ¿qué queréis que vuestros oyentes entiendan, sientan y hagan? Verificad que el efecto que queréis que tenga vuestro mensaje refleje el efecto que el autor del texto bíblico buscaba lograr en sus oyentes.

  3. Debatid en el grupo posibles bosquejos para vuestro mensaje. Sed todo lo creativos e imaginativos que podáis, buscando una estructura sencilla que refleje fielmente lo que el texto dice. Buscad encabezados que sean cortos, sencillos y fáciles de recordar.


[1] El apóstol expresa lo mismo en varios pasajes paralelos con la preposición kata, que viene a decir lo mismo. Es andar conforme al Espíritu (Ro. 8.1, 4), hacer morir las obras de la carne por el Espíritu (Ro. 8.13) o, como en el caso de Isaac, nacer según el Espíritu (Gá. 4.29). Todos señalan un actuar tomando en cuenta el Espíritu como máximo punto de referencia.

Gá. 4.21-31 – La herencia por la fe


Argumento

El apóstol Pablo desarrolla para los gálatas el tema de la herencia. Afirma que la herencia referida fluye de una promesa que Dios hizo de manera unilateral a Cristo (Gá. 3.16) cuando pronunció a Abram las palabras «a tu descendencia daré esta tierra» (Gn. 12.7, 13.15). Abram pasaría de ser nómada en la tierra de Canaán a ser el dueño legítimo de toda la región. También lo sería su Descendiente, el Redentor prometido desde el huerto de Edén (Gn. 3.15).

La experiencia posterior del patriarca demuestra que la promesa del Señor no se limitaba a la comarca de Canaán, sino abarcaba al mundo entero (Gn. 22.17, Ro. 4.13). El plan de la redención acabaría restaurando al ser humano a la posición de virrey con Dios de toda la creación, al destino para el cual Adán y Eva originalmente fueron creados (Gn. 1.27-28, Sal. 8.5-8).

La esperanza de heredar el mundo aparece repetidamente en las enseñanzas de Jesucristo y los apóstoles. Jesús destaca que sus seguidores gobernarán con él sobre la tierra, y esa perspectiva hace que cualquier sacrificio merezca la pena (Mt. 19.28-29). Pablo indica a los gentiles de Corinto que ellos participarán en el mismo futuro glorioso por su fe en Cristo: «todo es vuestro» (1 Co. 3.22) y «¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo?» (1 Co. 6.2). A Timoteo, el apóstol afirma que hemos de reinar con Cristo (2 Ti. 2.12). Se trata de una experiencia futura, cuando se manifieste la plenitud del reino de Dios en la tierra. El panorama que se abre delante del creyente sirve de inspiración, para que por amor a Cristo soporte aflicciones, asuma sacrificios, ejerza con sabiduría en la iglesia local, administre bien el dinero, y rehuya del sometimiento ciego a autoridades humanas.

Pablo quiere que los creyentes en Galacia comprendan que por la sola fe en Cristo, ellos pertenecen al linaje de Abraham y por tanto son herederos con él (Gá. 3.29, 4.7). No hace falta guardar leyes alimentarias ni practicar la circuncisión. Por haber creído en Cristo ¡van a reinar en todo el planeta! Siguiendo la imaginería de Las crónicas de Narnia de C.S. Lewis, Pablo les exhorta a que ya no se consideren niños Pevensie (como Peter, Susan, Lucy y Edmund) sino reyes y reinas de Narnia.

Pablo aclara que el don del Espíritu es el botón de muestra de la herencia futura. El Espíritu Santo permite el estilo de vida renovado que es la condición sine qua non para que los redimidos ocupen su espacio futuro legítimamente: «los que practican tales cosas [las obras de la carne] no heredarán el reino de Dios» (Gá. 5.21). El Espíritu en el corazón del creyente es la garantía del cumplimiento futuro (como las monedas de las arras en una boda apuntan a todos los bienes compartidos, Ef. 1.14), pero es sólo un primer paso. Es la herencia interno que el creyente posee en esta vida como anticipo de bendiciones futuras (Ef. 1.18, He. 10.34). La herencia externa se refiere a la posesión con Cristo del mundo entero, algún día cuando baje la nueva Jerusalén del cielo y se funda con la tierra renovada y liberada por fin de la maldición (1 P. 1.4, He. 10.34).

Nota exegética

Cuando el apóstol expone el contraste entre Agar y Sarah, y entre Ismael e Isaac, dice que se trata de una alegoría (Gá. 4.24). Esto no significa que Pablo se tome la libertad de interpretar alegóricamente el texto de Génesis, con el fin de sacar una lección moral para los lectores de su epístola. Mas bien indica que reconoce el significado latente del relato de Génesis, algo que siempre estaba allí, desde el principio.

Dios permitió el fallo con Agar porque esto ilustraría el contraste con la fe que Abraham y Sara luego ejercieron para que naciera Isaac. La disyuntiva entre fe y obras estaba allí siempre. El suceso da forma a la lección espiritual, tanto para los protagonistas de la historia original como para los creyentes del s. XXI. Los acontecimientos reales constituyen una metáfora sostenida de las alternativas que se plantean a los creyentes en todos los tiempos.

Pertinencia

Este pasaje recuerda al creyente que la apropiación de la gloriosa herencia futura es por la sola fe. Uno se hace beneficiario de la herencia por la fe en Cristo (Gá. 3.7), y se aumenta el valor de la herencia también por la fe en las promesas de Cristo repartidas a lo largo de la Palabra de Dios (Hch. 20.32). Hay que repasar y creer la promesa de Dios, como hicieron Abraham y Sara cuando creyeron que nacería Isaac.

Al mismo tiempo urge rechazar los apaños humanos. No hay que cometer el error de Abraham y Sara cuando el patriarca se unió con Agar para conseguir el hijo deseado. Aquello fue una manipulación humana, una negación en la práctica de todo aquello que Dios había prometido. De la misma manera, los gálatas debían rechazar la circuncision, las leyes alimentarias y el día de reposo.

El creyente moderno también necesita plantarse y rechazar todo tipo de apaños carnales: «Si asisto a la reunión de oración, Dios tiene que solucionar mi problema», «Si leo la Biblia todos los días, Dios me dará el trabajo que necesito», «Si ayuno un día a la semana, Dios sacará a mi hijo de la droga», «Si consigo hablar en lenguas, estaré feliz». Son maniobras que tienen cierta aparencia de piedad, pero la realidad es que se trata de obras humanas para ganar la herencia gloriosa. La herencia plena, sin embargo, se ofrece y se recibe sólo por la fe.

Fase uno: exégesis

  1. ¿Hay palabras clave, repeticiones, personas, detalles que te llaman la atención?

  2. ¿Cuál es la estructura del pasaje? ¿Cuál es el flujo de pensamiento o argumento? Haz un bosquejo del pasaje, dividiéndolo en secciones, resumiendo lo que dice.

  3. ¿Cuál es el punto principal o idea central que el autor estaba tratando de comunicar a sus primeros lectores en este pasaje? ¿Qué es lo palpitante de este pasaje, el centro neurálgico? Intenta resumirlo en una sola oración en tiempo pasado: El autor quería transmitir a sus primeros lectores que …

  4. ¿Cuál es el principio teológico fundamental que subyace este pasaje? En base al resumen que has hecho de lo que Pablo quiso transmitir a los gálatas, intenta definir este principio de aplicación universal en una sola oración, usando verbos en tiempo presente.

Fase dos: exposición

  1. ¿Cuál será la idea central de vuestro mensaje? ¿Cómo vais a comunicar el énfasis central de este texto a estas personas? Elaborar juntos una sencilla frase o un título (no necesariamente una oración completa) que resuma el énfasis principal de vuestro mensaje. La idea es que sea clara y memorable para la audiencia pero ¡debe reflejar vuestro acuerdo sobre la idea central del texto.

  2. Como resultado de escuchar vuestro mensaje, ¿qué queréis que vuestros oyentes entiendan, sientan y hagan? Verificad que el efecto que queréis que tenga vuestro mensaje refleje el efecto que el autor del texto bíblico buscaba lograr en sus oyentes.

  3. Debatid en el grupo posibles bosquejos para vuestro mensaje. Sed todo lo creativos e imaginativos que podáis, buscando una estructura sencilla que refleje fielmente lo que el texto dice. Buscad encabezados que sean cortos, sencillos y fáciles de recordar.

Gá. 3.6-14 – Tres lecciones del padre Abraham


Argumento

En la primera parte de la carta de Gálatas, la porción biográfica, el apóstol ha explicado cómo el mensaje único del evangelio le ha cambiado a él. Dios intervino en su vida para cambiarlo de perseguidor en predicador. Ahora Pablo pasa a la porción doctrinal, en que aclara de qué manera los creyentes de Antioquía, Iconio, Listra y Derbe podrían buscar la plenitud en Cristo. No deben someterse a la circuncisión, ni guardar las leyes alimentarias indicadas por Moisés, ni observar el día de reposo y las fiestas de Israel. Si han empezado la vida cristiano oyendo y creyendo el evangelio sin más, así deben seguir: aprendiendo de Cristo y aplicando la grandeza su persona y obra a sus necesidades diarias, todo por fe.

Para explicar todo esto, Pablo echa mano del ejemplo de Abraham. El patriarca es el «padre de todos los creyentes» (Ro. 4.16), sean de trasfondo judío o gentil. Esto significa que Abraham sirve de prototipo, de paradigma, para aclarar los misterios de la vida con Dios, incluso para el creyente del s. XXI. A lo largo del relato de la vida de Abraham en el libro de Génesis (unos cien años, desde su llamamiento a los 75 hasta su muerte a los 175), se aprecia que en todo momento su fundamento es la certeza de que Dios cumplirá su promesa de enviar un Redentor. «Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó» (Jn. 8.56).

Abraham vive toda su vida por fe, en medio de muchos desplazamientos de un lado a otro, muchas situaciones de necesidad y con las obligaciones diarias de su trabajo de ganadero. En muchas ocasiones demuestra una confianza inquebrantable; a veces tropieza. A veces otros le ayudan (como Melquisedec). Hay cananeos que se acercan por su testimonio (como Abimelec). La fe de Abraham madura con el tiempo, sostenida por la promesa de Dios (Gn. 12), el pacto de Dios (Gn. 15), y al final por el juramento de Dios (Gn. 22).

Pablo quiere recordar a sus lectores que el principio de la fe de Abraham resultó en su justificación (Gá. 3.6, con Gn. 15.6). El proyecto en que la fe de Abraham se centraba era la sustitución (Gá. 3.13, con Gn. 22.13). Por ello recorría la tierra de Canaán levantando altares como anuncio de Cristo. En tercer lugar, la provisión que la fe de Abraham anticipaba era el Espíritu Santo dentro cada uno (Gá. 3.14, con Gn. 12.3, 22.17-18).

Pertinencia

Este pasaje invita al creyente de hoy a fundamentar su experiencia con Cristo en la fe. Esto es importante porque algunos basan su vida cristiana en la conformidad con costumbres cristianas (asistir al culto, echar la ofrenda, no escandalizar), pero sin contar con Jesucristo en su vivencia diaria. Otros ponen todo el énfasis en la obediencia o dan prioridad al servicio. Algunos levantan una bandera denominacional. Otros tratan de seguir disciplinas espirituales basadas en el ascetismo de los anacoretas. O en buscar la paz interior haciendo yoga y practicando mindfulness.

El mensaje de Gálatas, sin embargo, es que el creyente avanza de la misma manera que empezó: por la fe. No se trata sólo de la fe con que un día se convirtió al Señor, sino del ejercicio de la fe en todas las situaciones de la vida. Consiste en aprender más y más acerca de Jesucristo, para volver a él una y otra vez: pidiendo ayuda, buscando luz, reclamando limpieza y sanidad, suplicando amor, y dejando con él las cargas que sólo él puede solucionar.

Fase uno: exégesis

  1. ¿Hay palabras clave, repeticiones, personas, detalles que te llaman la atención?

  2. ¿Cuál es la estructura del pasaje? ¿Cuál es el flujo de pensamiento o argumento? Haz un bosquejo del pasaje, dividiéndolo en secciones, resumiendo lo que dice.

  3. ¿Cuál es el punto principal o idea central que el autor estaba tratando de comunicar a sus primeros lectores en este pasaje? ¿Qué es lo palpitante de este pasaje, el centro neurálgico? Intenta resumirlo en una sola oración en tiempo pasado: El autor quería transmitir a sus primeros lectores que …

  4. ¿Cuál es el principio teológico fundamental que subyace este pasaje? En base al resumen que has hecho de lo que Pablo quiso transmitir a los gálatas, intenta definir este principio de aplicación universal en una sola oración, usando verbos en tiempo presente.

Fase dos: exposición

  1. ¿Cuál será la idea central de vuestro mensaje? ¿Cómo vais a comunicar el énfasis central de este texto a estas personas? Elaborar juntos una sencilla frase o un título (no necesariamente una oración completa) que resuma el énfasis principal de vuestro mensaje. La idea es que sea clara y memorable para la audiencia pero ¡debe reflejar vuestro acuerdo sobre la idea central del texto.

  2. Como resultado de escuchar vuestro mensaje, ¿qué queréis que vuestros oyentes entiendan, sientan y hagan? Verificad que el efecto que queréis que tenga vuestro mensaje refleje el efecto que el autor del texto bíblico buscaba lograr en sus oyentes.

  3. Debatir posibles bosquejos para vuestro mensaje. Sed todo lo creativos e imaginativos que podáis, buscando una estructura sencilla que refleje fielmente lo que el texto dice. Buscad encabezados que sean cortos, sencillos y fáciles de recordar.

Gá. 2.15-21 – Dos planteamientos antagónicos


Situación

Pablo, después de recordar cómo había confrontado a Pedro en Antioquía, pasa a analizar los motivos del conflicto. Pedro, al dejar de comer con los gentiles recién convertidos, les transmitía un mensaje corrosivo: que la sola fe en Jesucristo no es suficiente para ponerse a bien con Dios, sino que también hace falta guardar las leyes alimentarias dictadas por Moisés. Pablo, que sabe que las leyes dietéticas eran una medida provisional para enseñar al pueblo a vigilar las influencias de la sociedad (como si de comer se tratara), se indigna ante la pusilanimidad de Pedro, además de su falta de visión espiritual.

La intención del apóstol es recordar a los creyentes de Galacia que si han empezado por la fe, deben seguir en la vida cristiana en base al mismo principio. Si la justificación es por la sola fe, entonces la transformación completa de la persona operará de la misma manera.

Hay dos maneras de plantear la vida con Dios: según obras de ley o según el oír con fe. Al decir «obras de ley», Pablo no se limita al seguimiento de los rituales del Antiguo Testamento, sino a toda una manera de enfocar la vida espiritual. Una manera enfatiza la obligación humana, la otra se centra en la obra de Jesucristo. Es el contraste entre depender de la visión divina y depender de criterios humanos, entre el esfuerzo de la persona y la eficacia de la obra de Cristo. La transigencia de Pedro en Antioquía demuestra cuán fácil es abandonar la vida de fe y deslizarse hacia una dependencia del brazo de la carne.

Podríamos pensar en la diferencia entre Caín y Abel, Lot y Abraham, Ismael e Isaac, Esaú y Jacob, Saúl y David, Judas y Pedro. En cada pareja hay uno que confía en la carne y otro que confía en la obra del Señor. La diferencia entre el objeto de la confianza de unos y de otros, se manifiesta en conductas radicalmente diferentes. Por eso merece la pena asimilar el mensaje de Gálatas, porque no es difícil –como el caso de Pedro demuestra– comenzar por la fe pero acabar navegando por un principio de obras.

Argumento

El apóstol plantea dos maneras de enfocar la espiritualidad. Demuestra que se trata de dos visiones distintas e irreconciliables (Gá. 2.15-16). La postura carnal parece poner coto al pecado, pero su efecto real es confirmar a la persona en su pecado (Gá. 2.17-19). En cambio, la postura espiritual se centra en la persona y obra de Jesucristo, y acaba provocando una transformación de vida (Gá. 2.20-21). Después de establecer el contraste entre los dos sistemas, Pablo pasará a exhortar a los gálatas a mantenerse firmes en su compromiso con la vida de fe (Gá. 3.1-5).

Pertinencia

Hay dos áreas de aplicación de este pasaje. Uno tiene que ver con la persona misma y su relación con Dios: la manera de conectar con Dios y luego cómo vivir con Dios en medio de un mundo caído. La otra aplicación tiene que ver con la persona y su relación con los demás: cómo se logra la transformación de otras personas: hijos, cónyuges, amigos, hermanos de iglesia. ¿Nos acercamos en base a exhortaciones y amenazas solamente, o será mejor buscar la manera de llevarlos a Cristo?

Para meditar juntos:

Fase Uno: exégesis

  1. ¿Qué clase de escrito es?

  2. ¿Cuál era la situación del autor y cuál la de los oyentes o lectores originales?

  3. ¿Cuál es el contexto del pasaje? (anterior y posterior)

  4. ¿Cómo te ayuda a entender de qué se trata?

  5. ¿Hay palabras claves, repeticiones, personas, detalles que te llaman la atención? ¿Qué significa el término «justificación» exactamente?

  6. ¿Cuál es la estructura del pasaje? ¿Cuál es el flujo de pensamiento o argumento? Haz un bosquejo del pasaje, dividiéndolo en secciones, resumiendo lo que dice.

  7. ¿Cuál es el punto principal o idea central que el autor estaba tratando de comunicar a sus primeros lectores en este pasaje? ¿Qué es lo palpitante de este pasaje, el centro neurálgico? Intenta resumirlo en una sola oración en tiempo pasado: El autor quería transmitir a sus primeros lectores que …

  8. ¿Cuál es el principio teológico fundamental que subyace este pasaje? hay que contestar dos preguntas:

    • ¿De qué se habla en este pasaje? (el tema)

    • ¿Qué se dice acerca de aquello? (el complemento)

Fase Dos: exposición

  1. ¿Cuál será la idea central de vuestro mensaje? ¿Cómo vais a comunicar el énfasis central de este texto a estas personas? Elaborar juntos una sencilla frase o un título (no necesariamente una oración completa) que resuma el énfasis principal de vuestro mensaje. La idea es que sea clara y memorable para la audiencia pero ¡debe reflejar vuestro acuerdo sobre la idea central del texto, en respuesta a las preguntas 7 y 8!

  2. Como resultado de escuchar vuestro mensaje, ¿qué queréis que vuestros oyentes entiendan, sientan y hagan? Verificad que el efecto que queréis que tenga vuestro mensaje refleje el efecto que el autor del texto bíblico buscaba lograr en sus oyentes.

    Pensando concretamente en este pasaje puede ayudar plantearnos:

    • ¿Cuáles son los frutos de una visión carnal, a diferencia de una visión espiritual? Pensemos en las parejas mencionadas antes (Caín y Abel, etc.).

    • ¿De qué maneras podría un creyente genuino caer en una dinámica carnal (dependencia del esfuerzo humano) en el día a día?

  3. Debatir posibles bosquejos para vuestro mensaje. Sed todo lo creativos e imaginativos que podáis, pero buscando una estructura sencilla de apartados o encabezados que reflejen fielmente lo que el texto dice. Buscad encabezados que sean cortos, sencillos y fáciles de recordar.

Gálatas: mina de tesoros para la predicación expositiva


La carta del apóstol Pablo a las iglesias de la región de Galacia destaca entre los escritos del Nuevo Testamento por su reflexión sobre el motor de la vida cristiana. Pablo lo describe como un «oír con fe» y un «andar por el Espíritu». Frente a otras maneras de plantear la vivencia espiritual del creyente, Gálatas invita al lector a volver a Jesucristo repetidamente para madurar en fe y dar testimonio en el mundo. Es cuestión de vivir el día a día con Cristo con el mismo impulso con que una vez creímos en él para salvación. Depender de su Espíritu en nosotros produce una dinámica de servicio al prójimo, y ese nuevo amor se erige en la marca de una fe auténtica.

Gálatas es una mina de tesoros para la predicación expositiva en la iglesia local. Orienta a los creyentes en los principios básicos de la vida cristiana. Por ello proponemos esta epístola como tema de estudio para los círculos de predicadores en 2017.

  • Gá. 1.6-10 – Un solo evangelio
  • Gá. 2.15-21 – Dos planteamientos antagónicos
  • Gá. 3.6-14 – Tres lecciones del padre Abraham
  • Gá. 4.21-31 – La herencia por la fe
  • Gá. 5.13-24 – La vida en el Espíritu

Gá. 1.6-10 – Un solo evangelio

Autoría

El apóstol Pablo se dirige a las iglesias que ha fundado, junto con Bernabé, en la provincia de Galacia (hoy Turquía). Se trata de las congregaciones en Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe. Habían llegado enseñadores que sugerían que Pablo en su día les había dado sólo los rudimentos del evangelio, pero que la verdadera enseñanza apostólica –decían– era que los creyentes debían asumir los rituales del viejo pacto para llegar a toda la plenitud de la vida de Dios.

Pablo insiste en su autoridad como apóstol para resaltar que el mensaje que él les había entregado, y ellos habían creído, era el mensaje completo del evangelio que se basa de principio a fin en la sola fe en Cristo.

Contexto

La carta de Gálatas va dirigida a personas que verdaderamente se han convertido a Jesucristo por la fe. (¿qué evidencias de esto puedes deducir de estos textos: 1.6; 3.2; 3.26; 4.9; y 5.24?). Ahora la cuestión versa sobre la mejor manera de continuar en la vida cristiana. El apóstol afirma que continuamos de la misma manera que hemos comenzado, por la sola fe. Los creyentes habían comprendido esto, pero con el tiempo se habían deslizado hacia un esquema espiritual diferente.

Se trata de dos principios antagónicos que se podrían describir como «por obras» o «por fe». Vivir a base de obras no se limita a la práctica de rituales del Antiguo Testamento. No conseguimos una vida de fe descartando la circuncisión y las leyes alimentarias sin más. No se trata sólo de prescindir de las ordenanzas mosaicas como caducas, sin importancia para el cristiano.

Lo que está en juego es toda una manera de plantear la relación con Dios en base al esfuerzo personal (obrando, haciendo). Lo más importante es lo que tú haces para establecer, y luego mantener, la conexión con Dios.

Vivir por fe, en cambio, significa volver confiadamente y repetidamente a Jesucristo. Se refiere a una manera de plantear la relación con Dios en base a lo que él ha hecho en Cristo: su vida, sus enseñanzas, su muerte en la cruz, su resurrección. Lo primordial no es lo que tú haces, sino lo que hace Dios.

Sólo hay dos opciones mutuamente excluyentes: o confiamos plenamente en lo que Dios ha hecho por medio de Cristo, o nos esforzamos multiplicando gestos religiosos con el fin de garantizar la herencia. No se puede hacer las dos cosas a la vez. Sería como montar en dos caballos que galopan en sentido opuesto al mismo tiempo.

Las repercusiones para la vida cristiana diaria son enormes. La persona que se imagina responsable del mantenimiento de su posición espiritual ante Dios, sentirá angustia e incertidumbre en el alma. Le pesan las exigencias divinas y esto se manifiesta en su manera de tratar con otros. En vez de desprender la dulzura de la gracia de Dios, recurre a la exhortación y la amenaza.

En cambio, la persona que ha comprendido que el peso de su condición espiritual recae sobre Dios –lo que él ha prometido y realizado a través de Jesucristo– sentirá consuelo en su alma y fuerzas en su interior. Sabe que el Señor perfeccionará la obra que empezó en su vida, y esa seguridad se traduce en benevolencia hacia los demás. Es capaz de perdonar como ha sido perdonado. Trata de influir más con su ejemplo y su oración que por la amonestación con ceño fruncido. Sabe que Dios es el que cambia a las personas. Como los cuatro amigos que llevaron al paralítico ante Jesús, el creyente que vive por la fe concibe su tarea en el mundo de una forma parecida: llevar al prójimo a Cristo para recibir sanidad.

Para considerar juntos en vuestro círculo:

  1. ¿Hay palabras clave, repeticiones, personas, detalles que os llaman la atención?
  2. ¿Qué hay detrás de la afirmación de 1.10? ¿En quiénes está pensando el apóstol? ¿Por qué insiste en que no trata de agradar a los hombres?
  3. ¿De qué habla el pasaje? ¿Cuál es el flujo de pensamiento o argumento? ¿Cuál es la estructura? Haced un bosquejo del pasaje, resumiendo lo que dice, versículo por versículo, o sección por sección.
  4. Para destilar la idea central del pasaje que responda a la intención de Pablo (y del Espíritu Santo que le inspira), hay que contestar a dos preguntas:
    1. ¿De qué se habla en este pasaje? (el tema)
    2. ¿Qué dice el pasaje acerca de aquello? (el complemento)

Intentad resumir la idea central en una sola oración en tiempo pasado:

El autor (en este caso Pablo) quería transmitir a sus primeros lectores (en este caso los creyentes de Galacia) que …

  1. ¿Cuál podría ser el punto de contacto entre este pasaje y la realidad diaria del cristiano de hoy?

(En reuniones posteriores completaremos el proceso llegando no solo a la exégesis y explicación sino también a la exposición del pasaje en cuestión).