Preparado por Jonathan Haley para el Círculo de predicadores del Vallès (20/04/2015)
Grant Osborne en la introducción a su comentario sobre Mateo recomienda tener en cuenta las siguientes tres pautas al preparar una serie de predicaciones en los evangelios[15]. Luego añadiré tres reflexiones mías.
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Primero, debemos utilizar los principios hermenéuticos básicos de la exégesis gramática-histórica.
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Segundo, debemos incluir aquellos elementos de la hermenéutica especial que tienen que ver con la narrativa y que nos ayudan a entender cómo funcionan los relatos. Estos incluyen:
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Punto de vista: (la perspectiva adoptada por el autor, la “forma” que le da al relato, el efecto que pretende producir en sus lectores).
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Tiempo narrativo: (no necesariamente cronológico, debido a que responde al desarrollo secuencial de los acontecimientos en la obra en su conjunto más que a la progresión histórica en la vida de Cristo).
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Desarrollo de la trama: (acontecimientos en términos de conflicto, clímax, resolución).
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Caracterización y diálogo: (como los personajes se relacionan los unos con los otros y los acontecimientos).
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Lector implícito: (la audiencia original que el autor tenía en mente).
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Tercero, aplicando estos elementos de hermenéutica especial a los evangelios de manera específica, Osborne recomienda lo siguiente:
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Estudiar la trama a nivel macro (visión global).
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“Cada Evangelio tiene su propia meta-narrativa y trama.” Mateo, p.ej., ha estructurado su evangelio de manera muy diferente a los otros evangelistas, organizándolo en torno a cinco discursos importantes (capítulos 5-7, 10, 13, 18, 23-25), con unidades narrativas cuidadosamente planeadas entre los discursos.
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Es importante ver como cada perícopa y sección contribuye a la narrativa en su conjunto.
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Estudiar la trama a nivel micro (visión particular). Una vez establecidas las líneas maestras el evangelio en su conjunto, debemos hacer la misma clase de análisis de cada relato individual.
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Estudiar los énfasis editoriales.
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Por supuesto, el mensaje y la teología de una porción surge del mismo texto. Sin embargo, ver las diferencias en presentación entre un evangelista y otro nos puede ayudar a discernir con mayor claridad sus intenciones teológicas y sus propósitos comunicativos.
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El Espíritu Santo quiso dejarnos cuatro evangelios, porque quería que tuviésemos múltiples perspectivas sobre la vida de Jesús.
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Investigar las diferencias en presentación entre los evangelios es procurar descubrir y transmitir a nuestros oyentes esas perspectivas inspiradas.
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Estudiar los personajes y sus diálogos.
La caracterización y las interacciones entre personajes es otra manera de descubrir los temas importantes de un evangelio.
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Estudiar la audiencia implícita.
Para mí, esto es un poco más complicado (y muchos comentaristas modernos especulan demasiado sobre esto) porque no tenemos más acceso a los lectores originales que lo que podemos inferir del texto mismo. Sin embargo, puede ser de utilidad pensar sobre el efecto que el autor quería producir en sus primeros lectores y luego pensar sobre el efecto que querría ver en nosotros si se estuviera dirigiendo a nosotros con este mismo texto.
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Luego, añadiría tres observaciones más (que Osborne no menciona específicamente).
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Nunca perder de vista los múltiples sub-géneros operantes en los Evangelios.
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Una parábola y el relato de un milagro, no son la misma cosa.
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Un diálogo y un discurso no son la misma cosa.
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Extraer una idea principal del texto sigue siendo de capital importancia.
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La presentación de esta idea principal por parte del autor bíblico será un tanto diferente a lo que sería en una porción didáctica, pero sigue habiendo una idea, porque si no lo hubiera, no habría razón para incluir ese texto en el evangelio.
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Haddon Robinson comenta, “Es un rapto del púlpito ignorar o evitar en el sermón lo que el pasaje enseña. La predicación tópica común en muchos púlpitos americanos coquetea con la herejía.”[16]
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Sea cual sea el pasaje, está para conducir a la fe en Jesús.
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El fin último de un Evangelio es dar las buenas noticias sobre Jesús.
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Por consiguiente, cada sermón debería – de manera intencional – solicitar la fe de los que no creen todavía y afianzar la fe de los que ya creen.
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[15] Osborne, Grant R. Matthew. Vol. 1. Zondervan Exegetical Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Zondervan, 2010., pp. 21-27. Él habla específicamente del Evangelio de Mateo, pero casi todo lo dicho es extensible a todos los evangelios, y de manera especial, a los evangelios sinópticos.
[16] Haddon W. Robinson, Making a Difference in Preaching, Baker Books 1999, p. 70.