
El software para presentaciones ya no supone una novedad en la vida de la iglesia local, sino que se ha vuelto tan normal como era el manejo del himnario en el culto de adoración. Sin embargo, a pesar de que muchas iglesias locales llevan 20 años usando presentaciones en el culto, a veces se emplea de manera poco eficaz, sobre todo cuando se aprovecha para la exposición bíblica. Muchas presentaciones tienden a distraer más que facilitar el proceso de la comunicación.
Afortunadamente, muchos de los problemas se superan siguiendo unas normas sencillas.
Antes que nada conviene aclarar que al decir «PowerPoint», nos referimos a cualquier software que se utilice para presentaciones. PowerPoint de Microsoft fue el programa pionero, pero luego han surgido muchos otros: Keynote, ProPresenter, MediaShout. Las normas que expongo aquí son válidas para cualquier tipo de software que utilices para realzar tus sermones. Si sigues las diez pautas que apunto a continuación, garantizo que la calidad de tus presentaciones mejorará notablemente.
El principio fundamental en todo esto, a que debemos volver constantemente, es que «menos es más».
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No se trata de un manuscrito
No hay nada más cansino que una diapositiva tras otra llena de textos. Esto nos recuerda a aquel profesor de instituto que repartía copiosos apuntes en clase para luego leerlos en voz alta, palabra por palabra, con algún que otro comentario sobre la marcha. Es mucho mejor señalar unos pocos epígrafes para facilitar que los hermanos sigan el desarrollo del mensaje. Podrían ser los puntos principales del bosquejo, o tal vez citas célebres (breves) que recojan el progreso del pensamiento.
Una excepción podría ser para la lectura de las Escrituras. Es un momento en el sermón en que la congregación suele leer todos juntos, así que se permite proyectar todo el pasaje en la pantalla. Pero aun cuando se pone el pasaje para que todos lean juntos, es aconsejable dejar tanto espacio alrededor que sea posible. Tal vez haga falta poner sólo un versículo en cada diapositiva, haciendo más diapositivas y avanzando de una a otra.
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Trabaja con un diseño unificado para los fondos
Resiste la tentación de cambiar de fondo con cada diapositiva sólo porque has encontrado diseños que te entusiasman por su belleza visual. Esto sólo distrae a la gente; además transmite la idea de que el sermón es un amalgama de ideas sueltas, en vez del desarrollo meditado de un tema unificado, que avanza siguiendo un orden de un punto a otro.
Esto no quiere decir que todas las diapositivas tengan que ser idénticas, pero sí deben ajustarse a un tema común. Abajo, por ejemplo, se aprecia que los fondos son distintos pero relacionados.
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Usa fuentes claras
Hay abundantes fuentes disponibles a bajar para tu presentación; algunas son auténticas obras de arte. Recuerda, sin embargo, que la finalidad es que el mensaje quede claro; no se trata de impresionar al público. Si los oyentes tienen que luchar por leer el texto o si sólo se quedan maravillados de la hermosa caligrafía, entonces ¡no están escuchando lo que tienes que decir!
Se puede usar fuentes curiosas, pero asegúrate de que siempre sean legibles.
Otras dos consideracones son el tamaño de la fuente y el contraste. Haz la prueba en el salón o la capilla donde estarás predicando para determinar cómo de grande debe ser la fuente del texto, para que el hermano sentado en la última fila no tenga que mirar la pantalla con los ojos entrecerrados. Recuerda: un fondo oscuro requiere una fuente claro, y un fondo claro pide una fuente oscura.
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No utilices demasiadas fuentes distintas
Como regla general, sólo debe aparecer una fuente especial en cada diapositiva. Puedes usar una segunda fuente si es muy sencilla. Cargar la diapositiva con muchas fuentes decorativas sólo anuncia al público que no tienes ningún arte para el diseño. Dice a gritos «he aquí un novato».
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No multipliques las imágenes
A veces una imagen vale más que mil palabras y aclara rápidamente la idea que quieres transmitir. ¿Cuántos de tus oyentes saben cómo es un grano de mostaza? La parábola de la semilla que llega a ser un gran árbol, cobra viveza si enseñas una foto.
Pero ten cuidado de no pasarte multiplicando imágenes. Demasiados gráficos pueden convertirse en muletas que distraen de la idea central del mensaje.
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Emplea transiciones sencillas
Cuando empiezas a trabajar con software para presentaciones, las animaciones y transiciones ingeniosas tienden a seducir. Puedes hacer un barrido de izquierda a derecha, o un despliegue de arriba para abajo. Puedes hacer que la diapositiva aparezca con cuadros bicolores o que llene la pantalla dando vueltas.
Juega con esto, pásalo bien, diviértete…y luego olvídate de todo ello. El software para presentaciones debe ser el siervo del predicador, no su amo. La meta es comunicar un mensaje, no impresionar al personal.
Una regla básica: usa la misma transición sencilla para toda la presentación. Un desvanecer o un disolver a negro, o algo parecido, funciona bien.
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Evita trucos extravagantes
Viñetas graciosas, efectos sonoros, videoclips sobre gatos o bebés que hacer reir: todas estas cosas tienden a distraer. Te entretienen mientras estás en la oficina, pero no ayudan al desarrollo de un sermón. Déjalos a un lado.
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Conoce tus limitaciones
La esencia del sermón es la predicación, no la presentación. Dedica tiempo al estudio de la Palabra, y entrégate en cuerpo y alma a transmitir el mensaje de Dios. Manten el contacto visual con los oyentes. No te distraigas dándole al botón del ratón o del mando a distancia. Las imágenes deben ser un complemento; no deben suplantar la esencia de lo que tienes que decir.
Si hay algún hermano capaz de pasar las diapositivas mientras te centras en la entrega del sermón, mejor que mejor.
Recuerda: lo más importante es el sermón, no el PowerPoint. ¿Los hermanos te miran a ti o sólo a la pantalla que tienes al lado?
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Escribe el manuscrito primero
Esto es fundamental. No te pongas a crear diapositivas hasta haber terminado con la preparación de todo el mensaje. Es demasiado tentador ajustar el mensaje al gráfico que te encandila, o limitarte a cuatro puntos porque «no cabían cinco en la pantalla». El rabo no está para mover al perro. Lo primero, primero.
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No permitas que la presentación te robe tiempo de la preparación del sermón
Si tienes a algún hermano en que puedas delegar la creación de diapositivas, aprovecha ese recurso. Si tienes que preparar la presentación tú solo, mide bien los tiempos para que el PowerPoint no consuma todo tu tiempo de estudio. Todos conocemos los despistes que nos acechan cuando empezamos a investigar algún tema en Internet. Es fácil que ocurra lo mismo cuando nos empeñamos en buscar el fondo o la fuente perfecta para la diapositiva.
EXCELENTES CONSEJOS, PUESTO QUE PREPARO TODOS MIS MENSAJES EN DIAPOSITIVAS, Y ESTOS CONSEJOS ME CONFIRMAN QUE ESTOY USANDO BIEN LOS RECURSOS.
DIOS LOS SIGA BENDICIENDO.